22 de diciembre de 2020

Bizcocho de zanahoria y limón

Cuando uno habla, o le hablan, de pasteles de zanahoria, la cabeza se nos va al clásico británico (la “carrot Cake”) que ha llegado, casi a todas y cada una de las pastelerías del mundo. Una “carrot Cake”, aunque deliciosa, es una tarta contundente, y más por la cobertura de queso y azúcar que, como mínimo, la corona.

 
En casa no encantan las tartas de zanahoria, pero nos gustan que sean algo más suaves que la clásica “Carrot Cake”, por eso hemos adaptado una receta de bizcocho para convertirla en un delicioso “Bizcocho de zanahoria y limón” que, ya os avanzamos, es una auténtica delicia tanto para acompañar el café como desayunar o merendar.
 
Para hacer nuestro delicioso bizcocho de zanahoria de unas 6/8 raciones, necesitaremos los siguientes ingredientes:
 
56 g de harina integral
56 g de harina de fuerza
Un huevo mediano
55 g de azúcar de caña
55 g de azúcar blanco
82 g de aceite de girasol
2 g de bicarbonato
2 g de sal
112 g de zanahoria rallada
Ralladura de medio limón
 
Para empezar, y como ya os podéis imaginar, pondremos a calentar el horno, en esta ocasión a unos 180 grados con calor inferior y superior sin ventilador.
 
Mientras el horno va cogiendo temperatura, en un bol mediano pondremos el huevo, los azúcares y el aceite de girasol y lo batiremos todo enérgicamente hasta conseguir una textura uniforme y espumosa.
 
Una vez hecho, añadiremos las dos harinas, el bicarbonato, la pizca de sal y la ralladura de limón. Todo lo mezclaremos bien para que se vaya integrando y formando una masa más o menos densa. Finalmente añadiremos la zanahoria rallada y de nuevo la mezclaremos para repartirla bien en la masa.
 
Una vez llegados a este punto, cogeremos un molde apto para el horno, lo pintaremos con aceite y espolvorearemos con harina (para evitar que el bizcocho se pegue en él) y repartiremos la masa que acabamos de conseguir en el paso anterior.
 
Cuando el horno haya alcanzado los 180 grados, pondremos el molde en él y lo dejaremos cocinándose unos 35 o 40 minutos. Nosotros os recomendamos que a partir del minuto 35 vayáis controlando su cocción pinchándolo con un palillo.
 
A nosotros nos quedó así:
 

Un desayuno perfecto, bizcocho de zanahoria y café con leche
Un desayuno perfecto, bizcocho de zanahoria y café con leche

 

 

Suave, deliciosa e ideal tanto para un desayuno como para una merienda. ¿Queréis probarla?
 
¡Buen provecho!

 

 

 

 

4 de diciembre de 2020

Malfatti de espinacas y queso ricotta

En este pequeño rincón hoy flota un aroma a espinacas, a queso… en definitiva, a nuestra querida Italia, concretamente el aroma nos lleva directamente a la bella región de la Lombardía.
 
Todos sabemos que hay grandes inventos que se han producido a partir de un error (ahí están los utilísimos “post-it”). Estos errores están presentes en todos los rincones de nuestro día a día, y sí, en la cocina también, de hecho, hoy os traemos una receta que tuvo su origen en un error, se trata de unos “malfatti de espinacas y queso ricotta”.
 
Os preguntaréis ¿Qué son los malfatti? Pues son como unas albóndigas (o incluso se pueden hacer del tamaño de un gnocchi) de espinacas un tanto irregulares (de ahí su nombre: “malfatti” o “malhechas”). Aunque son unos auténticos desconocidos, los malfatti tienen su origen en la Edad Media, cuando a un cocinero, después de intentar hacer una pasta de ravioli cada vez más fina, olvidó hacerla y coció directamente el relleno.
 
Para hacer dos raciones, necesitaremos los siguientes ingredientes:
 
250/300 g de espinacas frescas
50 g parmeggiano rallado
1 huevo
150 gr de ricotta
3 cucharadas de harina (de maíz)
½ cebolla
150 ml de tomate triturado
Nuez moscada
Aceite de oliva
 
Empezaremos picando la cebolla i poniéndola a pochar, con un chorro de aceite, en una sartén lo suficientemente grande. Mientras se pocha, lavaremos las espinacas bien y les quitaremos los troncos más grandes. Una vez hecho, cuando la cebolla haya cristalizado, iremos añadiendo las espinacas tapándolas con una tapa para que se cocinen en su propio vapor.
 
Una vez cocinadas las espinacas, las retiraremos del fuego y con la ayuda de un cuchillo, las cortaremos a trozos bien pequeños y las escurriremos para que suelten toda el agua.
 
Una vez escurridas, cogeremos un bol y batiremos en él el huevo. A continuación, añadiremos las espinacas, el queso de ricotta, las cucharadas de harina, el queso parmeggiano, un pellizco de nuez moscada y mezclaremos bien, hasta que queda una masa homogénea (si os falta algo de harina, la podéis añadir sin problemas).
 
Llegados a este punto, pondremos a cocinar el tomate triturado con un chorrito de aceite de oliva y un pellizco de sal. Lo dejaremos cocinando a fuego lento unos 10/15 minutos.
 
Mientras cocina el tomate, nosotros iremos avanzando los malfatti. Para ello, iremos cogiendo pequeñas porciones de la masa de espinacas y haremos bolas (si queréis hacer albóndigas algo más grandes, gnocchis algo más pequeñas) que iremos pasando por harina. Una vez las tengamos, pondremos un cazo con agua a hervir.
 
Una vez el agua hierva, añadiremos unas cuantas bolas y las dejaremos cocinar unos minutos, hasta que empiecen a flotar, cuando lo hagan, las retiraremos, reservaremos y repetiremos el proceso hasta tener cocinadas todas las bolas.
 
Una vez cocinadas, las distribuiremos en platos y las regaremos con el tomate que hemos cocinado. Finalmente espolvorearemos con parmeggiano rallado y (gratinarlo es opcional) serviremos:


Unos deliciosos Malfatti de espinacas y ricota
Unos deliciosos Malfatti de espinacas y ricotta


Estos desconocidos “malfatti de espinacas y queso ricotta” son una auténtica delicia y os garantizamos que, si los probáis, repetiréis.
 
¡Buen provecho!
 
 
 

19 de noviembre de 2020

Churros caseros

Después de un tiempo recomendándoos recetas sanas, saludables y con las que disfrutar de los productos de temporada (deliciosa la "crema de berenjena, chirimoya y granada"), con esta entrada vamos a cambiar un poco de registro para disfrutar de otra manera.
 
Sí, hoy queremos disfrutar como niños con un gran clásico de nuestra gastronomía, bueno vale, hay varias versiones sobre su origen (desde que llegaron de China a Europa de la mano de portugueses, hasta que fueron inventados por pastores españoles), pero lo que está claro es que aquí lo disfrutamos de lo lindo, por tanto, id preparando un buen chocolate a la taza, porque con esta entrada aprenderemos a hacer unos deliciosos “churros caseros”.
 
Para hacer, más o menos, una docena de churros caseros necesitaremos:
 
1 taza de harina de trigo
1 taza de agua
1 pellizco de sal
Azúcar
Aceite para freír
 
Ya veréis que el proceso es muy, pero que muy, sencillo. Empezaremos poniendo un cazo en el fuego, verteremos en él el agua con la pizca de sal y la llevaremos al punto de ebullición. Una vez el agua hierba, retiraremos el cazo del fuego e inmediatamente le pondremos toda la harina de golpe.
 
Una vez añadida la harina empezaremos a mezclar con la ayuda de una cuchara de madera (o del utensilio que más os guste). Mezclaremos bien hasta que consigamos que la masa, sin grumos, no se pegue a la pared. ¡Ojo! No es necesario que queda una masa uniforme, solo que no se pegue a la pared del cazo.
 
Cuando lo tengamos, cogeremos la churrera (o si lo preferís la manga pastelera) y la cargaremos con la masa que acabamos de hacer, apretándola para que no queden bolsas de aire en su interior.
 
A continuación, pondremos una sartén al fuego con abundante aceite. Cuando el aceite esté muy caliente iremos añadiéndole los churros del tamaño y forma que más nos guste (lazo, rectos, etc.) y lo cocinaremos hasta que tenga un color dorado en toda su superficie. Cuando lo consigamos, pondremos los churros sobre papel absorbente para quitarles el exceso de aceite. Repetiremos este paso mientras tengamos masa en la churrera.
 
Finalmente, espolvorearemos con abundante azúcar y nos dispondremos a disfrutar:
 

Churros con chocolate a la taza, la pareja perfecta
Churros con chocolate a la taza, la pareja perfecta

 
¿El acompañamiento? Totalmente al gusto, puede ser con un chocolate a la taza, nata, café con leche, dulce de leche, etc.
 
¡Buen provecho!