22 de diciembre de 2010

Roscón de reyes

Como cada año por estas fechas vuelven las ya tradicionales cenas (y comidas) de Navidad. Que si con los compañeros de trabajo, los de estudios, los ex-compañeros,... todo el mundo quiere sentarse a comer, vaya, por lo menos esto es lo que veo yo en casa... ¡menudo rollo!

Por suerte, estas fechas llevan consigo un conjunto importante de platos especiales, y claro, mis dueños cada año, intentan hacer alguno de ellos. Y como no, yo lo disfruto de lo lindo, y además, os lo cuento, ¡meh meh meh! En esta ocasión, la elección ha sido directamente intentar un roscón de reyes.

Para esta receta, mis dueños utilizaron los siguientes ingredientes:

500 gr. de harina
125 gr. de azúcar
50 gr. de levadura
120 ml. de agua.
10 gr. de sal.
75 gr. de margarina

2 huevos
1 rama de vainilla
Ralladura de una naranja


Hacer esta receta es algo sumamente fácil, casi podría resumírosla con: mezclad bien todos los ingredientes en un cuenco antes de hacer una rosca y meterla al horno, pero vaya, no seré tan malo, ¡meh meh meh!

Antes de empezar, mis dueños prepararon todos los ingredientes y buscaron un cuenco lo suficiente grande como para poder trabajar cómodamente en él. Una vez lo tuvieron todo preparado, pusieron toda la harina en el cuenco haciendo una montañita para seguidamente, hacerle un agujero, simulando el cráter de un volcán.

Después, poco a poco, pusieron la levadura, el agua, la sal, los huevos, la vainilla y la ralladura de la naranja dentro del agujero.

Una vez hubieron añadido todos los ingredientes, empezaron con lo que, para mí, fue el paso más divertido de la recepta: la mezcla. Bien, os tengo que asumir que aunque para mi este paso fuera muy divertido, por la cara que ponían ellos, creo que se trata de un paso algo duro, ya que tuvieron que mezclar y mezclar con las manos hasta dejar una masa completamente fina y uniforme.

Finalmente, añadieron la margarina fundida, y claro una vez más, a mezclar,... ¡meh, meh, meh! ¡Pobres!

Una vez lo tuvieron todo bien mezclado, taparon la masa con un trapo de cocina y lo dejaron descansar casi un a hora, hasta que hubo doblado su tamaño.

Por último, con la masa hicieron una rueda y dentro de él escondieron un par de regalitos (un haba y una figurita). Seguidamente decoraron el roscón (en esta ocasión, utilizaron almendras desmenuzadas, pero también es posible hacerlo con fruta escarchada), y lo pintaron con huevo batido.

Cuando tuvieron el roscón bien pintado, lo metieron al horno, el cual habían calentado previamente, y lo dejaron allí unos 15 minutos a 180 grados.

¿Que os parece la pinta que tiene? No es como los industriales, pero la verdad es que su sabor era bastante mejor (y su olor ya no digamos).



Y señores, señoras y otros felinos, este fue el roscón de reyes del 2011 que nos comimos en casa:

Roscón de Reyes

De verdad, les quedó espectacular (además de bien bonito, ¿no?)... con esas frutas escarchadas, ¡ains!! Bien rellenado de esa espectacular crema pastelera.... ¡genial! Aún me estoy relamiendo los bigotes.



17 de noviembre de 2010

Pudín de macarrones con jamón york y queso

¡Miau! La verdad es que me encanta cuando lo hacen... se meten en la cocina y empiezan a preparar los ingredientes para casi siempre, hacer un plato distinto. De todas formas no penséis que se complican mucho la vida, porqué no es así. Por ejemplo, en esta ocasión, además de no ser un plato complicado, es bastante económico, y para colmo, según mi modesta opinión, se quedó de lo más especial.

Bien, mejor será que empiece, pues no me gustaría nada que me encontrasen tecleando en su ordenador con los bigotes para explicaros esta receta. Menudo salto pegarían, ¡me me me!.


A este plato le pondré por nombre: “Pudín de macarrones con jamón york y queso” (Ains, como me chifla el jamón... ¡hmmm!).


Los ingredientes que utilizaron fueron:


125 gr. de macarrones
100 gr. de jamón york
125 gr. de queso
½ cebolla
1 pimiento verde o rojo
200 gr. de tomate triturado
2 huevos
1 yogur natural
180 ml. de crema de leche
Agua
Aceite de oliva
Sal

Por cierto, recordad que, ellos preparan todas sus recetas para dos personas, por lo tanto, si sois más y queréis hacer esta receta, os tocará multiplicar, ¿vale?


Para empezar, pusieron una olla con agua y sal en el fuego hasta arrancar a hervir. En ese momento, añadieron los macarrones y un chorrito de aceite. Los dejaron hervir durante 8 minutos. Después, los escurrieron y reservaron.
 

Mientras los macarrones se iban cociendo, mis dueños aprovecharon a cortar la cebolla y el pimiento a dados bien pequeños. Cuando los tuvieron cortados, los echaron en una sartén con un chorrito de aceite caliente, y los dejaron pochar unos cinco minutos. Pasado este tiempo, añadieron el tomate y jamón, ambos convenientemente cortados a dados y lo dejaron todo unos cinco minutos más en el fuero removiéndolo de vez en cuando.
 

Cuando tuvieron las verduritas estuvieron doraditas (cuidado, doradas no es lo mismo que quemadas), les añadieron los macarrones y los dejaron en el fuego un par de minutos más, removiéndolos frecuentemente.
Pasado este tiempo, cogieron un molde apto para ir al horno y lo forraron con papel de horno. A continuación, pusieron una capa de macarrones para cubrir la base del molde, una vez tapada completamente la base, añadieron el queso cortado a dados distribuyéndolo uniformemente. Finalmente, cubrieron el queso extendiendo los macarrones sobrantes.
 

En un bol, pusieron el yogur, los huevos, la crema de leche y una pizca de sal para, con una batidora de varillas batirlo hasta no dejar ni un solo grumo. Una vez lo consiguieron, lo extendieron por encima de los macarrones, ¡¡Hmmmm!!
 

Finalmente, pusieron el molde en el horno el cual previamente habían precalentado, y lo dejaron cocer durante unos 25 (o 30 minutos) a 180 grados.
 

¡Ah! Un pequeño consejo: No queráis comerlo directamente al salir del horno, más que nada, porque según escuche a mis dueños, estos macarrones mejoran mucho cuando están tibios.

Pudín de macarrones con jamón york y queso


Están de vicio, os lo aseguro.


¡Buen provecho!

1 de noviembre de 2010

Muslos de pollo rellenos con verduras

Hace unas semanas, mis dueños volvieron a meterse en la cocina para intentar otro de sus platos especiales, y ains!! La verdad es que, una vez finalizado el plato, el piso entero olía tan maravillosamente bien que, aún hoy, me estoy relamiendo los bigotes…

En esa ocasión, no escogieron ni marisco, ni pescado, escogieron algo mucho más terrenal, unos muslos de pollo, pero ¡buah! La verdad es que: nada que envidiar…

Los ingredientes (claro, para dos personas), fueron:

2 muslos de pollo

100 ml de tomate triturado
½ calabacín
½ pimiento verde
½ pimiento rojo
½ cebolla
1 diente de ajo
4 champiñones
Sal
Aceite

Para empezar, les quitaron los huesos a los muslos. Vosotros si tenéis un carnicero de confianza, podéis pedirle que os haga esta faena, sino, me parece que no os va a quedar más remedio que coger el cuchillo y, sin miedo, empezar a quitar los huesos… como hicieron mis dueños.

Para el relleno, cogieron el diente de ajo y lo laminaron para después, ponerlo dorar en una sartén. A continuación, cortaron a dados bien pequeños el calabacín, el pimiento verde y los champiñones antes de ponerlos a pochar en la sartén junto al ajo.

Cuando lo tuvieron todo bien pochadito, pusieron las verduritas en una escurridera para quitar el sobrante de aceite. Ya sabéis que, el aceite es bueno, pero en su justa medida.

Después, cogieron los muslos deshuesados y los salpimentaron a su gusto. Cuando los tuvieron bien aliñados, pusieron las verduritas en su interior y.. ¡cha chán! Llega el momento que más me gustó de la receta… cosieron los muslos. Ellos querían utilizar hilo de cocina, pero resultó que no tenían en casa, así que, cerraron los muslos utilizando palillos.

Una vez tuvieron los muslos cerrados, los pusieron en una bandeja apta para el horno y la pusieron directamente en él, eso sí, una vez precalentado. La tuvieron unos 20 minutos a 180 grados. Pasado este tiempo, regaron los muslos con un chorrito de vinagre y los dejaron unos 5 minutos más.

Mientras acababan de cocerse, se pusieron a preparar la salsa. Para hacerlo, pusieron a calentar una sartén con un chorrito de aceite, y le fueron añadiendo el pimiento rojo, la cebolla y el tomate (no hace falta decirlo, cortaditos bien pequeños), y lo dejaron todo al fuego hasta que quedó bien cocido. Seguidamente, lo pasaron todo por la batidora para dejar la salsa bien finita.

Bueno, ya solo falta el pequeño detalle de montar el plato. Ellos lo dejaron tal que así:

Muslos de pollo rellenos con verduras

¡Ups! Se me olvidaba, ¡me me me! Ellos, a la presentación le añadieron un pequeño detalle: arroz basmati. Les quedó de primera, o al menos, eso es lo que decían sus caras… 

4 de octubre de 2010

Pacharán casero

No se que me dice que hoy no os cansaré demasiado con la receta aunque, si decidís hacerla, quizá os de algunos ratos de alegría, ¡me, me, me!

La cuestión es que, la recepta de es muy, muy corta. Bien, a decir verdad, la receta de hoy es muy fácil aunque, por otro lado, es un poco más larga a la hora de conseguir los ingredientes y lavarlos (a no ser, claro, que tengáis un arbusto de endrinos en el jardín, ¡me, me, me!).

Bien, ¡al tajo!... Hoy os explicaré como se puede hacer el auténtico pacharán casero. Estos son los ingredientes necesarios:  

600 gr. de aranes / endrinas
¾ de litro de anís dulce
¼ de litro de anís seco
5 o 6 granos de café
1/3 de rama de canela
 Un trozo de piel de limón.

¿Os habéis dado cuenta? Espero que sí, pues los ingredientes que os acabo de listar son los necesarios para hacer un litro de pacharán. Si queréis 2, deberéis duplicar todos los ingredientes, si queréis 3 litros, pues triplicar, y así hasta que sea necesario.  

Bien, supongo que hasta aquí todo está más que claro, aunque supongo os estaréis preguntando: ¿Cómo leñes se hace el pacharán casero? pues muy fácil, atentos que voy: Lo primero que tenéis que hacer es agenciaros de una garrafa o botella. Cuando la tengáis, id metiendo todos los ingredientes que os he listado antes. Una vez hecho esto, casi podemos decir que se ha finalizado el proceso de preparación del pacharán, ya que, solo os faltará cerrar el recipiente (botella, garrafa, etc.) y ponerla en un lugar oscuro y alejado de la luz directa del sol.

¡Ah, bueno! Casi me olvido de lo más importante: debéis dejar en el más absoluto reposo el recipiente con el anís y las endrinas, unos cuatro o cinco meses antes de filtrarlo todo y... empezar a disfrutar ;)  

Finalmente, una vez filtrado, tiene un aspecto como el siguiente:
 
Pacharán casero
Una buena botellita de pacharán casero

Por cierto, cuidado con el pacharán, ya que normalmente la última copa tomada es la más peligrosa ;o) ¡me, me, me!).

18 de septiembre de 2010

Canelones de verduras con un toque de bacón

¡Buah, cuánto tiempo! Llevo casi cuatro meses sin escribir una receta. ¡Que mal! (si no fuera un gato, hasta podría sentir un poco de vergüenza... ¡meh, meh, meh!).

Por suerte, el pasado fin de semana mis dueños hicieron una receta un tanto original, unos canelones de verduras con un toque de bacón, y claro, yo que soy un cotilla, allí estaba para espiarlos (sí, sólo para espiar, ya sabéis que su frase favorita conmigo es: “esto no es comida para gatitos...”).

Bueno, la cuestión es que el pasado domingo, uno detrás de otros, fueron preparando todos los ingredientes necesarios para llevar a cabo la receta que hoy os cuento, fueron:

8 placas de canelón
100 gr. de calabaza
½ calabacín
½ cebolla
½ pimiento verde
50 gr. de bacón
1 cucharada de harina
Sal
Aceite


¡Ah! Y recordad: ellos son dos, y lógicamente los ingredientes que os acabo de listar, son para 2... más que nada, que luego no quiero quejas si os sale una receta de régimen haciéndola tal cual para cuatro.

Bueno, para empezar, cortaron todos los ingredientes a cachitos de más o menos medio centímetro. Mientras, pusieron al fuego una sartén con aceite, para cuando este estuvo caliente, poner a pochar la cebolla y el pimiento verde.

Unos cinco minutos después, añadieron la calabaza, el calabacín y el bacón, dejándolo todo junto unos cinco minutos más. Por lo que vi, es conveniente ir removiendo de vez en cuando para evitar que se peguen los ingredientes.

Mientras tanto, pusieron a hervir una olla con agua salada. Cuando arrancó a hervir, le añadieron las placas de canelón. No os diré cuanto tiempo las dejaron hirviendo, ya que no se que placas utilizaréis, y cada fabricante tiene unos tiempos distintos de preparación, así que, ya sabéis: a seguir las instrucciones del fabricante.

Mientras se las placas hervían, prepararon una besamel no demasiado espesa. ¿Cómo? Bueno, pues muy fácil, como siempre por aquí, ¡meh, meh, meh!

Ains, que lindo soy... bromas a parte, la prepararon así: pusieron a calentar una pequeña olla con un poco de aceite. Cuando este estuvo caliente añadieron un poco de cebolla cortada, cuando esta empezó a cristalizar, añadieron una cucharada de harina y removieron bien hasta conseguir una masa homogénea. Cuando la obtuvieron, añadieron un buen baso de leche, y continuaron removiendo un rato (esto es importante, pues se deben evitar los grumos a toda costa) hasta conseguir la consistencia deseada.

Cuando las placas estuvieron preparadas, las pusieron a enfriar. Mientras, añadieron un poco de besamel a las verduras, la mezclaron un poco.

Finalmente, llegó el momento de la parte más divertida: el rellenar las placas de verduras, disponiéndolas en una bandeja opta para el horno... ¡ains! ¡Cómo me gusta tocar la comida!

Bueno, por último, solo les faltaba el toque definitivo, así que sin pensarlo demasiado, pusieron los canelones al horno, y a gratinar se ha dicho.

Tienen una pinta fantástica, ¿no?

Canelones de verduras con un toque de bacón
Canelones de verduras con un toque de bacón





Pues yo os añado algo, según dijeron mis dueños, la pinta de estos "canelones de verduras con un toque de bacón" es buena, su sabor: mejor.

¡Buen provecho! 

2 de septiembre de 2010

Restaurante Baisakhi - Palma de Mallorca

Restaurante Baisakhi
No os voy a engañar si os digo que lo de mis dueños es morro, y lo de los demás es comedia… ¡Grrr! Ellos se fueron de vacaciones a Mallorca y, a mí, como no, me dejaron en el pueblo, bien cuidado, pero en el pueblo. Ni playas paradisiacas, ni guiris… aunque claro, esto último tampoco me importa mucho... ¡puaj!


La cuestión es que, entre playa y playa, excursión y excursión, según dijeron, algo tenían que comer, y claro, los pobres de franquicias no pueden vivir, así que pensaron que bien se podían permitir un pequeño capricho para cenar, y eso hicieron. Y yo, que de cotilla soy un rato, os voy a contar lo que les pareció en esta ocasión el restaurante escogido.

Aunque les encanta Palma de Mallorca, y la propia isla por extensión, parece que no conocen muchos restaurantes “especiales” en la isla, así que, a base de paseos arriba y abajo por el paseo marítimo de Palma, se fijaron en un restaurante curioso, con pétalos de rosa en el suelo, mucha gente en su interior, y una intensa fragancia a especies emanando por sus ventanas. Dicho restaurante se llama “Baisakhi”, y sí, es un hindú.

La primera sorpresa se la llevaron al entrar, pues fueron recibidos y acompañados a la mesa por el propio Sr. Gupta (propietario y jefe de cocina del restaurante). La mesa estaba perfectamente iluminada por un pequeño quinqué que reposaba sobre un manto de pétalos de rosa. Al poco, una de las camareras se acercó y les llenó las copas con un fino vino tinto y agua fresca, y no solo lo hizo al comienzo, sino que lo hicieron cada vez que las copas se vaciaban.

La segunda sorpresa se la llevaron a los pocos minutos, (según dijeron no pasaron más de 2 o 3) pues ellos continuaban encandilados disfrutando de la decoración del local cuando se acercó el Sr. Gupta con el primer plato y cinco cuencos con salsa. El hombre les contó de que se componía el plato y les remarcó que los tres cuencos de la primera bandeja no picaban, mientras que los otros dos de la segunda bandeja, estaban prohibidos.

Por lo visto ellos actuaron como niños, pues solo les faltó oír de lo “prohibidas”, y las quisieron probar... cuando días más tarde les escuché criticar el restaurante, creo que aún les quemaba la lengua.

Si no recuerdo mal, el primer plato se componía de un par de albóndigas de carne al estilo de kebab, un par más de albóndigas de pollo y verduras, y dos más de las que no recordaban su composición pero que les entusiasmaron.

El segundo plato les fue llevado a la mesa por el hijo del propietario, fue una zanca de pollo a la plancha aderezada con curry y cubierta con una manta de ramas de menta fresca. Hasta ese día nunca habían comido menta fresca. Se ve que les encantó, ya que además de refrescarles la boca, les quitó el quemazón de la salsa “prohibida” (¡angelitos!).

Después, les trajeron la auténtica “delicatesen” del menú, un conjunto de cinco pequeños cofres con 5 curris especiales, un buen plato de arroz basmati aromático y una selección de masas de pan hindú para acompañar. Los curris fueron:

• Pollo al curry. Sí, por el nombre parece el tradicional, pero se ve que de sabor era totalmente distinto a lo que se encuentra en otros lugares.
• Curry de Jabalí. Menos especial de lo que se podía esperar por el nombre, aunque ellos rebañaron el cuenco.
• Curry con Ternera. Suave y sabrosa. Vaya, según dijeron, de “toma pan y moja”.
• Plátano al curry. Les enamoró, dulce con especies. Vaya, que se ve que casi se pelean para ver quién se lleva a la boca el último cacho (no dejaron ni el de la vergüenza).
• Curry con Garbanzos. Sorprendente. Aunque estéticamente no les llamaba la atención acabaron con él sin miramientos.

Para acabar, no podían faltar los postres, una fresca tarta de mango y un par de chucherías de coco, ¡ah! Y auténtico te hindú para dar por finalizada la cena.

Como curiosidad, comentar que al iniciar la cena les llevaron a su mesa unas toallas húmedas y bien calientes que les permitió mejorar su higiene. Como contrapartida, cuando la cena finalizó el hijo del propietario les roció las manos… ¡con perfume de rosas! Y, según ellos, olía de maravilla. (¡Puag! ¡Cómo odio que mis dueños me echen colonia!)

Todo por 32,90 Euros (IVA incluido), bien mirado, casi una ganga.

Supongo que como a mí os extrañará un detalle de lo que os he contado, ¡mis dueños no pidieron ningún plato! Y es que, por lo que dijeron, el Baisakhi tiene la particularidad de no disponer de carta, es decir, solo disponen de menú degustación, el cual regularmente van cambiando, así que, si decidís ir, no esperéis estrictamente el menú que os he contado, pues seguramente el señor Gupta habrá preparado algo distinto.

A mis dueños les gustó, tanto por la decoración del local, como por el exquisito trato del servicio, como evidentemente por la originalidad, cuidado y sabor de los platos que les sirvieron. Su nota global fue de 8, es decir, recomendable, sobre todo si os gusta experimentar nuevas sensaciones culinarias. Seguramente ellos repetirán.

Por si os interesa, os dejo sus datos:





07014 Palma de Mallorca

Teléfono: 971 736806

5 de agosto de 2010

Restaurante ROOT - Madrid

Restaurante Root - Grupo Vips
Bueno, bueno, que sepáis que continúo de morros con mis dueños. ¿No se supone que los lindos gatitos como yo somos los reyes de la casa y tenéis que hacer lo que nosotros queramos, y sobretodo, cuando nosotros queramos? ¡Ja! Empiezo a hartarme porque, con esos petardos.... ¡ESTO NO FUNCIONA!

Como recordaréis, esos dos se marcharon a Madrid para celebrar uno de sus aniversarios para hacer algo de turismo por la capital. Pues bien, allí visitaron una serie de restaurantes, sobre los cuales, últimamente os estoy contando sus impresiones (sigiloso que es uno cuando quiere, jejeje). Hace unos días os conté lo que les había parecido el “Restaurante Basarri”, hoy le toca el turno a un restaurante perteneciente al conocido Grupo VIPS (grupo del cual, mis dueños son clientes habituales... ejem...). En este caso, decidieron ir a uno de los restaurantes “exclusivos” del grupo, el “Restaurante Root”.

En cuanto llegaron al restaurante, lo primero que dijeron fue: “¡Qué bonito!” Y es que la decoración del local es exquisita, tanto por el tipo de materiales como por la iluminación empleada. Todo encaja perfectamente, lo que, según ellos (ya sabéis que los gatos tenemos un gusto distinto a vosotros), ayuda a que te sientas cómodo.

El restaurante se encuentra situado en un subterráneo, accediendo al mismo a través de unas escaleras que envuelven a unas bonitas luces colgantes que simulan unas modernas raíces, consiguiendo así un agradable efecto, ya que, justamente a eso, a las raíces de la tierra es a lo que debe su nombre el restaurante. Esto, junto al trato recibido por parte del servicio, según escuché, fue lo más destacable del “Restaurante Root”.

No obstante, la conversación dio para largo porque, por lo visto, lo que prometía ser una buena comida acabó con mis amos decepcionados. ¿Los motivos? Ahí van los más destacables.

Cuando comenzaron a hojear la carta, se llevaron una grata sorpresa, puesto que los nombres de los platos eran tan sugerentes que hacían que surgiesen dudas sobre cuales escoger, ya que desgraciadamente, en fin de semana, no disponen de menú.

Los platos escogidos finalmente fueron los siguientes:

Entrantes:

• Tarrina de foie con manzana caramelizada.
• Patata asada rellena de salmón ahumado.

Platos Principales:

• Lasaña de setas
• Tagliatella de marisco

Postres:

• Emulsión de chocolate blanco con galleta Oreo(c)
• Tiramisú de fresas.


De todos estos, esos dos criticaron especialmente los entrantes (incluso el que llevaba salmón… ¡Miau!), puesto que ni el foie ni las manzanas que lo acompañaban eran realmente tan destacables como los que comieron días antes en “Restaurante Basarri” y en “La cocina de Plágaro”, mientras que la patata resultó ser un plato muy poco elaborado y sospechosamente parecido al que se oferta en los restaurantes Ginos del mismo grupo. Ellos decían que esto no debería ser así, ya que el precio del mismo plato en el Root era mucho más alto que en Ginos.

Los platos principales fueron bastante mejores, aunque carecían totalmente de identidad, puesto que en ambos se repitió la situación vivida con el segundo de los entrantes, siendo tanto su apariencia como su sabor sospechosamente iguales a los de otros restaurantes del grupo.

Por último, en cuanto a los postres, estos sí fueron muy distintos y originales, siendo su sabor y presentación muy buenos. Eso sí, en el caso de la emulsión de chocolate, se encontraron ante un plato excesivamente sencillo por el cual mis dueños consideraron que les habían cobrado un precio excesivamente alto (galletas Oreo desmigadas con chocolate blanco fundido).

En cuanto a sus impresiones finales del restaurante… Pues, destacaron ambiente interior y la calidad de su servicio, pero tienen claro que, de no haber un cambio en su filosofía, no volverán. Y es que, si escuché bien, a este restaurante le falla lo esencial: su comida, ya que carece totalmente de identidad y originalidad (la mayoría se pueden encontrar en los Ginos o Vips a un precio más razonable).

Con todo, la nota se queda con un 5,5, puesto que la decoración y el servicio le salvan del suspenso, ya que, como os he contado hasta ahora, el resto poco aporta.

No obstante, por si os animáis a ir, ahí os dejo la dirección del restaurante. En esta ocasión, no pondré el teléfono puesto que, al igual que ocurre en la gran mayoría de restaurantes del Grupo Vips, no se admiten reservas.



Restaurante ROOT

C/ Virgen de los peligros, 1
28013 Madrid (Madrid)



Actualización (Julio 2012):  

Parece mentira que el Grupo Vips (dueños del lugar) lo hayan hecho, pero así es, por lo que escuché a mis dueños, el Restaurante Root, YA NO EXISTE, en su lugar hay un TGI Fridays, o algo así.

25 de julio de 2010

Restaurante Basarri - Madrid

Restaurante Basarri
¿Que fueron a Madrid para hacer un cena? ¡Buahh! A menudo pienso que están como chotas. ¡Grrr! Además, que envidia les tengo. Ellos a Madrid, y yo, con lo bonito que soy… aquí, claro. Y luego me pedirán que les de mimos, y ronroneos, y… ¡ya les vale!

Como mínimo, espero que recuerden la experiencia de “La cocina de Plágaro”. Bueno, la cosa es que el día siguiente de vivirla, se fueron directos a Madrid. ¿La excusa? Pues celebrar el cumpleaños de uno de mis “esclavos”, y claro, allí, intentaron hacer otra cena romántica. Sí, habéis leído bien, intentaron, aunque finalmente...

Más o menos con un mes de antelación, mi otro esclavo (o, querido dueño…) buscó varias alternativas a través de internet, claro, es lógico, ninguno de los dos conocía ningún restaurante en Madrid (que no fuera una franquicia). Después de leer unas cuantas opiniones, escogió el "Restaurante Basarri" porque es muy céntrico y además, en varias páginas de internet, recomendaban encarecidamente el restaurante.

Después de pasearse por medio Madrid, un rato antes de la hora convenida se fueron hacia la plaza de la Puerta del Sol, y desde allí, buscaron la no menos famosa plaza Mayor. ¡Buah! Según les escuché, esa zona debe ser súper bonita, pero bueno, eso ya es otra historia, y yo estoy aquí para hablaros de restaurantes, y de comida, no de calles y paisajes, ¿no?

El “Restaurante Basarri”, está situado en una de las salidas de la plaza Mayor (C/ Toledo, 10), concretamente, lo encontraréis bajo los arquillos de la plaza.

Según su opinión, el restaurante tenía una muy buena pinta por fuera, y bueno, no os quiero engañar, por dentro también, viejo (o histórico) pero bonito. El restaurante no es muy grande, pero dispone de dos comedores distintos. Según dijeron, el día que estuvieron ellos, cuando llegaron, eran los únicos clientes del restaurante cosa que, casi les dio miedo (otra vez, ¡que me lleven a mí, que mis zarpas no temerán nada!, y mi boca está ansiosa de catar buenos alimentos… ¡ains!).

Bueno, para empezar, los camareros les llevaron la carta, y ¡buah! Se llevaron un tremendo susto cuando vieron los precios de los platos, y además, ¡el menú de casa no aparecía por ninguna parte! ¡Eso es tener más cara que espalda! Quizá por eso, ellos perdieron la vergüenza y sin dudarlo demasiado, pidieron el menú de la casa (que además, anuncian aún hoy, por internet).

Los platos que les llevaron fueron:

· Entrantes de la casa.
· Cecina de León con almendras.
· Una croqueta de jamón ibérico. (Sólo fue una croqueta, pero muy grande… según su opinión, quizá incluso demasiado).
· Foie envuelto con manzana caramelizada aliñada con una reducción de vinagre.

Después, tuvieron que escoger entre:

· Merluza gratinada sobre un fondo de crema de patatas.
· Presa ibérica con raviolis caseros y una salsa de cebolla caramelizada.
· Bacalao con azafrán y pimientos asados.
· Pluma ibérica con salsa de cebolla caramelizada.

Y para acabar:

· Postres de la casa a repartir entre los dos.
· Café.


Aunque, en la web del “Restaurante Basarri” figura una clara anotación de “Menú de la casa. 35€ (IVA incluido)”, mis dueños acabaron pagando por el mismo menú 42€ (IVA aparte). ¿Qué mal, no?

Antes de acabar esta crítica, os voy a contar lo que he escuchado que a mis dueños, más les gustó del restaurante, y claro, lo que menos, para que podáis valorar vosotros mismos.


Lo mejor:

· Sin lugar a dudas, lo mejor del restaurante es la calidad de la comida que ofrecen. Todos los platos que sirven están muy bien preparados y con una presentación de lo más conseguida, todo para remarcar un exquisito sabor y con la justa cantidad.
· El ambiente que se respira en el local ya que, parece el comedor de una antigua casa de payés. Eso les pareció muy bonito, aunque quizá le hubiesen puesto algo más de iluminación (que quisquillosos son mis dueños… ¿no?).

Lo peor:

· El servicio. Mis dueños no han dudado en ningún momento de su profesionalidad, aunque según su opinión, se dieron un par de situaciones que ciertamente les incomodaron; la primera fue que, les desaparecían las bebidas de la mesa, ya que cuando ellos consideraban que debían quitarlas, lo hacían, en ocasiones sin ni siquiera preguntar. Además, aún se están preguntando por qué el maitre del restaurante les preguntaba que tal iba todo, si en ninguna ocasión se quedó para escuchar la respuesta, ¿poco interés quizá?
· El precio. Aunque la calidad y la cantidad fue buena, según mis dueños pagaron demasiado por lo que comieron, más que nada que, por ese precio, quizá merecía algo más de innovación en la comida.


Después de decir todo esto, ellos le acabaron poniendo al restaurante un 6.75. Según su opinión, aunque el precio fue alto, el “Restaurante Basarri” es muy recomendable, entre otras cosas, porque preparan comida casera (o tradicional) con gracia, y esto se debe tener muy en cuenta en una ciudad como Madrid, donde en muchas ocasiones es difícil encontrarse con restaurantes de este estilo y demasiado fácil darse de bruces con franquicias.

Por si os interesa, ahora os dejaré su dirección y su teléfono para reservar.




Restaurante Basarri
C/ Toledo, 10
28005 Madrid – (Madrid)

Tel: 91 365 69 39




Actualización (Julio 2012):  

Menuda sorpresa se llevaron mis dueños. El otro día, pasando por allí, comprobaron que no sólo habían echado la persiana, sino que, no queda el mínimo rastro del “Restaurante Basarri”. Otro que NO EXISTE.



7 de julio de 2010

Restaurante La Cocina de Plágaro - Vitoria-Gasteiz

La Cocina de Plágaro
En esta ocasión no me meteré mucho con ellos, pues aunque me dejaron sólo en casa, tenían una excusa formidable para salir a cenar fuera, y esta no era ni más ni menos que, el cumpleaños de uno de mis esclavos (bueno, de uno de mis queridos dueños, ja ja ja), y claro, eso bien merece una cena romántica, ¿no? Por eso, ellos se fueron a cenar y a mí, me tocó quedarme en casa, guardándola.

Llevaban un buen tiempo con la intención de ir a “La cocina de Plágaro”, pero necesitaban una excusa especial, más que nada, porque pensaban que era carísimo, aunque ya veréis, que no había para tanto.

Dicho y hecho, cuando terminó la celebración familiar del cumpleaños, recogieron un poco la casa, me sacaron a mí del trasportín (leñes, no pude ni bufar a nadie... ¡ains!) y se fueron directos al restaurante. Pero, porqué es tan famoso en Vitoria este restaurante?

La respuesta es fácil: Según les escuché, Luís Ángel Plágaro, es un joven cocinero (nació en 1979) alavés que consigue una espectacular fusión entre la cocina tradicional y una esmerada presentación de diseño. Además cuenta con la particularidad que, todos los productos, además de frescos, son de la zona (de un radio inferior a 100 km), formando parte así de la iniciativa ‘Programa Kilómetro 0

Como os podéis imaginar, es necesario reservar con cierta antelación, aunque no con tanto tiempo como hicieron ellos, pues tenían reserva desde diciembre... (Criaturas!!...). Bueno, la cuestión es que, el pasado viernes, a eso de las 10, estaban ya preparados para disfrutar de una buena cena.

En el restaurante, les recibió Leticia Plágaro (sí, correcto, es la hermana del cocinero), y con una sonrisa les acompañó hasta la mesa. A decir verdad, no le costó mucho acompañarles, pues el restaurante sólo dispone de nueve mesas.

Ellos, cómo no, pidieron el menú degustación y una botella de un buen tinto, y como la verdad, no entienden mucho de vinos, dejaron la elección en manos de Leticia, y buah!! ¡Menudo vino les llevó!

No recuerdo exactamente todos los platos, más que nada porqué fueron ocho, pero bueno, no creo que vaya muy equivocado si os digo que, les llevaron:

- Cómo entrantes, les sacaron tres auténticas ‘delicatesen’:
. Una croqueta de marisco
. Una bola de cecina bañada en almendras
. Queso “Brie” frito

- Una ensalada variada con reducción de vinagre y láminas de foie sobre carpaccio de ternera.

- Unas gambas ibéricas. Concretamente dos gambas vestidas con una gabardina de jamón ibérico. ¡Deliciosas! (bueno, como mínimo eso dijeron... ¡que envidia!)

- Presa ibérica.

- Pre-postres (una natilla casera para relamerse los dedos).

- Postres. Una bandeja con seis o siete postres distintos, entre los que destacaban: un pincho de fresa con una crema de chocolate blanco, tocino del cielo, etc.


Y lo más sorprendente, todo lo que os acabo de poner, más el vino y el café por 60 € cada uno (el menú degustación son 42 + IVA).


Una vez acabada la cena, mis dueños dijeron que habían quedado más que bien (y mirad que tienen buen saque, jajaja), tanto por cantidad como sobretodo por cantidad, así que os tengo que trasmitir su recomendación: si vais alguna vez a “La cocina de Plágaro” (que vale y mucho la pena), pedid el menú degustación, no lo dudéis.

Para acabar esta crítica, os digo que ellos le pusieron un diez, sin paliativos, tanto porque el lugar es encantador, porque la comida es especialísima, y para colmo, todo remarcado por un exquisito trato familiar. Definitivamente, ellos volverán, y además, lo recomiendan tanto a familiares como amigos (sí, sí, a vosotros estimados lectores, también).

Como es imprescindible reservar, os dejo sus señas:



Restaurante La Cocina de Plágaro
C/ Florida, 37
01005 Vitoria – Gasteiz
Teléfono: 945 27 96 54


P.D.:   
Para el 2012, el precio del menú degustación es de 44€ + IVA 
Para el 2013, el precio del menú degustación es de 50€ + IVA 

Actualización (Enero 2014):  

Lamentamos informar que el “Restaurante La cocina de Plágaro” tal y como os hemos contado, ya no existe. Próximamente, se reabrirá bajo el concepto de pintxos y raciones, de la mano eso sí, del própio Luís Ángel Plágaro.

21 de junio de 2010

Albóndigas de atún

¡Vaya pedazo de comida que se prepararon el pasado domingo! ¡Para relamerse los bigotes! Bueno por lo menos para mí (y eso aquí, es importante, pues es mí blog, claro, jajaja). Bueno al trabajo... el domingo pasado prepararon: un pudding de macarrones (ya os contaré como lo hicieron), albóndigas de atún y para acabar, pastel de queso.

Hoy, si queréis, os explicaré como hicieron las albóndigas de atún.

Como quien no quiere la cosa, utilizaron los siguientes ingredientes:

200gr. de atún (o un par de rodajas, o filetes)
Pan rayado
Un diente de ajo
Sal
Una cucharada de harina
Aceite
Caldo de pescado (200 cl. o un vaso)
Media cebolla


Para empezar, picaron el atún (bien finito con la picadora). Mientras, en un bol batieron los huevos. Una vez batidos, añadieron el atún picado, el diente de ajo picado y con todo, bien despacito añadieron el pan rallado (¡cuidado con este paso!, pues se tiene que añadir en pocas cantidades, de otra manera, quedaría una masa demasiado dura) y volvieron a mezclar, hasta conseguir una masa bien cremosa.

Seguidamente, llegó la parte más divertida de la receta: hacer las bolitas de atún. Para hacerlas con un tamaño homogéneo, se sirvieron de una cuchara de café, con la que fueron cogiendo la masa de atún, y luego con las manos fueron dándole forma a las bolitas, primero una, luego la otra… ¡que ganas les tenía yo a las bolitas! (de coger una claro, pero ellos tenían bien protegidas, grrr...).

Finalmente, enharinaron las albóndigas y les pusieron a freír en una sartén con abundante aceite caliente para freírlas bien (que no quemadas, cuidado con este paso). Para dejarlas a su punto, solo se necesitan unos 3 minutos.

Por último, prepararon una salsa para acompañar a esa delicia de albóndigas. Fue muy sencilla la verdad, algo así como una besamel, pero en vez de utilizar leche, con la sopita de pescado.

¡Animaros! Este plato es muy sencillo y sabroso.



Albondigas de atún - Receta

¿Al ver esta foto, no os entran ganas?



¡Buen provecho!

17 de mayo de 2010

Lasaña con puerros y patatas

¿Verduras? Hmmm... no quiero engañaros pero, me gustan bastante menos que otras cosas (ains, ese salmón). Pero bueno, a veces (cada vez más), pienso que comer verduras es muy bueno. Además, en este caso, a decir verdad, les quedó un plato muy sabroso.

Ellos utilizaron los siguientes ingredientes:

1 Manojo de puerros (con 3 o 4 porros)
2 o 3 patatas grandes
1 pedazo de queso
Sal
Aceite

Para empezar, le quitaron la parte verde a los puerros. Seguidamente, los limpiaron a conciencia para quitarles toda la tierra que a veces llevan en el tallo. Después de hacerlo, cortaron los puerros a rodajas pequeñitas, los salpimentaron y directos a la sartén. Allí los tuvieron unos 10 minutos a fuego medio, hasta que quedaron bien pochaditos (cocidos pero tiernos).

Mientras cocían los puerros, fueron pelando y cortando las patatas a láminas no demasiado gruesas.

Una vez tuvieron los ingredientes preparados (las patatas laminadas, y los puerros pochados), cogieron una bandeja para el horno y se pusieron a montar el plato como si se tratara de una lasaña, es decir, pusieron: una capa de patatas, una de puerros y finalmente, otra de patatas.

Para acabar, le pusieron un filete grueso de queso a modo de tejado, y metieron la bandejita al horno, donde estuvo unos 40 minutos a 180 grados.



Aunque es verdura... reconozco que no tiene un aspecto malo, ¿verdad? Además, a ellos les gusta. A mí, pues creo que podría ser una buena opción para entrar en el mundo de la verdura, pero ya me conozco su respuesta: “esto no es una comida para gatitos,... bla bla bla”



Lasaña de puerros y patatas