Para
nosotros, es tradición ir cada mes de agosto a Gironella (Barcelona) para reencontrarnos con una parte de nuestra familia. Allí pasamos prácticamente todo el mes entero exceptuando, claro está, los días en los que salimos de
vacaciones. Así, y aprovechando que este año estrenamos un coche nuevo, decidimos aparcar el avión y marcharnos al sur de Francia con el objetivo de conocer algunos de sus lugares más representativos.
El
viaje que realizamos comprendió estancias en las ciudades de Marsella, Niza y Carcassonne, realizando además excursiones puntuales a Saint Tropez, Cannes y Monte Carlo. Tranquilos, no tenemos la intención de contaros nuestro viaje, más bien queremos hablaros de aquellos restaurantes que nos llamaron más la atención durante esos días. Una vez explicado esto, haremos nuestra primera parada en Marsella. ¿Os apuntáis?
Restaurant L’Esquinade
Está
ubicado en el número 38 de la “Place Thiars”, justo detrás del Vieux Port,
en un lugar donde se concentra gran parte la vida social de la ciudad. Durante
este mes de agosto ofrecían un menú por 15 euros en el que se incluía un primer
plato, un segundo y un postre.
La comida tenía una calidad razonable y estaba bien elaborada, destacando los espaguetis con salmón fresco y, sobre todo, la bullabesa. No obstante, un servicio excesivamente seco y poco atento que, en ocasiones raya la mala educación, estropean una experiencia que podríamos valorar como aceptable atendiendo al precio pagado.
La comida tenía una calidad razonable y estaba bien elaborada, destacando los espaguetis con salmón fresco y, sobre todo, la bullabesa. No obstante, un servicio excesivamente seco y poco atento que, en ocasiones raya la mala educación, estropean una experiencia que podríamos valorar como aceptable atendiendo al precio pagado.
Le Bobolivo
En
el número 29 de la “rue Caisserie”, muy cerquita del
barrio de “Le Panier” y a escasos minutos del “Vieux Port”, nos encontramos con
este pequeño gran restaurante, el cual, sin duda, nos pareció el mejor con
diferencia de todos los que visitamos. Ofrece, además de la carta, diversas
opciones de menú, las cuales pasan por combinar el típico “plat du jour” (un
único plato que equivale a nuestro menú del día) con otras opciones variadas.
Nosotros apostamos por el menú “fórmula express”, el cual comprendía una ensalada de queso de cabra caliente al pesto y un postre totalmente nuevo para nosotros, el “café gourmand” que, como su nombre indica incluye un café junto con unos cinco o seis dulces en formato pequeño. El precio por persona fue de 13,50 €, un precio razonable teniendo en cuenta la calidad de la comida, la atención recibida y su tranquila ubicación. Os recomendamos totalmente que lo visitéis.
Nosotros apostamos por el menú “fórmula express”, el cual comprendía una ensalada de queso de cabra caliente al pesto y un postre totalmente nuevo para nosotros, el “café gourmand” que, como su nombre indica incluye un café junto con unos cinco o seis dulces en formato pequeño. El precio por persona fue de 13,50 €, un precio razonable teniendo en cuenta la calidad de la comida, la atención recibida y su tranquila ubicación. Os recomendamos totalmente que lo visitéis.
Le Fetiche – Metropol
Ubicado
en el número 38 de la “rue Saint-Saens”, a escasos
metros del “Restaurant L’Esquinade”. Nos llamó la atención por el precio del
menú (17 euros por un entrante, un primero y el postre) y ambiente tranquilo y
relajado que trasmitía.
Una vez sentados, vimos que este restaurante pretende una categoría mucho más alta que la que le corresponde, con precios de carta altísimos y una cocina fusión (francesa con asiática) que no acaba de cuajar, o sea, que aunque los platos están buenos, la decoración del restaurante es mucho mejor que el sabor de la cocina. Con todo, se trata de un lugar aceptable para cenar si se escoge el menú y el resto de restaurantes de la zona están desbordados.
Una vez sentados, vimos que este restaurante pretende una categoría mucho más alta que la que le corresponde, con precios de carta altísimos y una cocina fusión (francesa con asiática) que no acaba de cuajar, o sea, que aunque los platos están buenos, la decoración del restaurante es mucho mejor que el sabor de la cocina. Con todo, se trata de un lugar aceptable para cenar si se escoge el menú y el resto de restaurantes de la zona están desbordados.