17 de noviembre de 2010

Pudín de macarrones con jamón york y queso

¡Miau! La verdad es que me encanta cuando lo hacen... se meten en la cocina y empiezan a preparar los ingredientes para casi siempre, hacer un plato distinto. De todas formas no penséis que se complican mucho la vida, porqué no es así. Por ejemplo, en esta ocasión, además de no ser un plato complicado, es bastante económico, y para colmo, según mi modesta opinión, se quedó de lo más especial.

Bien, mejor será que empiece, pues no me gustaría nada que me encontrasen tecleando en su ordenador con los bigotes para explicaros esta receta. Menudo salto pegarían, ¡me me me!.


A este plato le pondré por nombre: “Pudín de macarrones con jamón york y queso” (Ains, como me chifla el jamón... ¡hmmm!).


Los ingredientes que utilizaron fueron:


125 gr. de macarrones
100 gr. de jamón york
125 gr. de queso
½ cebolla
1 pimiento verde o rojo
200 gr. de tomate triturado
2 huevos
1 yogur natural
180 ml. de crema de leche
Agua
Aceite de oliva
Sal

Por cierto, recordad que, ellos preparan todas sus recetas para dos personas, por lo tanto, si sois más y queréis hacer esta receta, os tocará multiplicar, ¿vale?


Para empezar, pusieron una olla con agua y sal en el fuego hasta arrancar a hervir. En ese momento, añadieron los macarrones y un chorrito de aceite. Los dejaron hervir durante 8 minutos. Después, los escurrieron y reservaron.
 

Mientras los macarrones se iban cociendo, mis dueños aprovecharon a cortar la cebolla y el pimiento a dados bien pequeños. Cuando los tuvieron cortados, los echaron en una sartén con un chorrito de aceite caliente, y los dejaron pochar unos cinco minutos. Pasado este tiempo, añadieron el tomate y jamón, ambos convenientemente cortados a dados y lo dejaron todo unos cinco minutos más en el fuero removiéndolo de vez en cuando.
 

Cuando tuvieron las verduritas estuvieron doraditas (cuidado, doradas no es lo mismo que quemadas), les añadieron los macarrones y los dejaron en el fuego un par de minutos más, removiéndolos frecuentemente.
Pasado este tiempo, cogieron un molde apto para ir al horno y lo forraron con papel de horno. A continuación, pusieron una capa de macarrones para cubrir la base del molde, una vez tapada completamente la base, añadieron el queso cortado a dados distribuyéndolo uniformemente. Finalmente, cubrieron el queso extendiendo los macarrones sobrantes.
 

En un bol, pusieron el yogur, los huevos, la crema de leche y una pizca de sal para, con una batidora de varillas batirlo hasta no dejar ni un solo grumo. Una vez lo consiguieron, lo extendieron por encima de los macarrones, ¡¡Hmmmm!!
 

Finalmente, pusieron el molde en el horno el cual previamente habían precalentado, y lo dejaron cocer durante unos 25 (o 30 minutos) a 180 grados.
 

¡Ah! Un pequeño consejo: No queráis comerlo directamente al salir del horno, más que nada, porque según escuche a mis dueños, estos macarrones mejoran mucho cuando están tibios.

Pudín de macarrones con jamón york y queso


Están de vicio, os lo aseguro.


¡Buen provecho!

1 de noviembre de 2010

Muslos de pollo rellenos con verduras

Hace unas semanas, mis dueños volvieron a meterse en la cocina para intentar otro de sus platos especiales, y ains!! La verdad es que, una vez finalizado el plato, el piso entero olía tan maravillosamente bien que, aún hoy, me estoy relamiendo los bigotes…

En esa ocasión, no escogieron ni marisco, ni pescado, escogieron algo mucho más terrenal, unos muslos de pollo, pero ¡buah! La verdad es que: nada que envidiar…

Los ingredientes (claro, para dos personas), fueron:

2 muslos de pollo

100 ml de tomate triturado
½ calabacín
½ pimiento verde
½ pimiento rojo
½ cebolla
1 diente de ajo
4 champiñones
Sal
Aceite

Para empezar, les quitaron los huesos a los muslos. Vosotros si tenéis un carnicero de confianza, podéis pedirle que os haga esta faena, sino, me parece que no os va a quedar más remedio que coger el cuchillo y, sin miedo, empezar a quitar los huesos… como hicieron mis dueños.

Para el relleno, cogieron el diente de ajo y lo laminaron para después, ponerlo dorar en una sartén. A continuación, cortaron a dados bien pequeños el calabacín, el pimiento verde y los champiñones antes de ponerlos a pochar en la sartén junto al ajo.

Cuando lo tuvieron todo bien pochadito, pusieron las verduritas en una escurridera para quitar el sobrante de aceite. Ya sabéis que, el aceite es bueno, pero en su justa medida.

Después, cogieron los muslos deshuesados y los salpimentaron a su gusto. Cuando los tuvieron bien aliñados, pusieron las verduritas en su interior y.. ¡cha chán! Llega el momento que más me gustó de la receta… cosieron los muslos. Ellos querían utilizar hilo de cocina, pero resultó que no tenían en casa, así que, cerraron los muslos utilizando palillos.

Una vez tuvieron los muslos cerrados, los pusieron en una bandeja apta para el horno y la pusieron directamente en él, eso sí, una vez precalentado. La tuvieron unos 20 minutos a 180 grados. Pasado este tiempo, regaron los muslos con un chorrito de vinagre y los dejaron unos 5 minutos más.

Mientras acababan de cocerse, se pusieron a preparar la salsa. Para hacerlo, pusieron a calentar una sartén con un chorrito de aceite, y le fueron añadiendo el pimiento rojo, la cebolla y el tomate (no hace falta decirlo, cortaditos bien pequeños), y lo dejaron todo al fuego hasta que quedó bien cocido. Seguidamente, lo pasaron todo por la batidora para dejar la salsa bien finita.

Bueno, ya solo falta el pequeño detalle de montar el plato. Ellos lo dejaron tal que así:

Muslos de pollo rellenos con verduras

¡Ups! Se me olvidaba, a la presentación le añadieron un pequeño detalle: arroz basmati. Les quedó de primera, o al menos, eso es lo que decían sus caras… 

4 de octubre de 2010

Pacharán casero

No se que me dice que hoy no os cansaré demasiado con la receta aunque, si decidís hacerla, quizá os de algunos ratos de alegría, ¡ja, ja, ja!

La cuestión es que, la recepta de es muy, muy corta. Bien, a decir verdad, la receta de hoy es muy fácil aunque, por otro lado, es un poco más larga a la hora de conseguir los ingredientes y lavarlos (a no ser, claro, que tengáis un arbusto de endrinos en el jardín, ¡ja, ja, ja!).

Bien, ¡al tajo!... Hoy os explicaré como se puede hacer el auténtico pacharán casero. Estos son los ingredientes necesarios:  

600 gr. de aranes / endrinas
¾ de litro de anís dulce
¼ de litro de anís seco
5 o 6 granos de café
1/3 de rama de canela
 Un trozo de piel de limón.

¿Os habéis dado cuenta? Espero que sí, pues los ingredientes que os acabo de listar son los necesarios para hacer un litro de pacharán. Si queréis 2, deberéis duplicar todos los ingredientes, si queréis 3 litros, pues triplicar, y así hasta que sea necesario.  

Bien, supongo que hasta aquí todo está más que claro, aunque supongo os estaréis preguntando: ¿Cómo leñes se hace el pacharán casero? pues muy fácil, atentos que voy: Lo primero que tenéis que hacer es agenciaros de una garrafa o botella. Cuando la tengáis, id metiendo todos los ingredientes que os he listado antes. Una vez hecho esto, casi podemos decir que se ha finalizado el proceso de preparación del pacharán, ya que, solo os faltará cerrar el recipiente (botella, garrafa, etc.) y ponerla en un lugar oscuro y alejado de la luz directa del sol.

¡Ah, bueno! Casi me olvido de lo más importante: debéis dejar en el más absoluto reposo el recipiente con el anís y las endrinas, unos cuatro o cinco meses antes de filtrarlo todo y... empezar a disfrutar ;)  

Finalmente, una vez filtrado, tiene un aspecto como el siguiente:
 
Pacharán casero
Una buena botellita de pacharán casero

Por cierto, cuidado con el pacharán, ya que normalmente la última copa tomada es la más peligrosa ;o) ¡ja, ja, ja!).

18 de septiembre de 2010

Canelones de verduras con un toque de bacón

¡Buah, cuánto tiempo! Llevo casi cuatro meses sin escribir una receta. ¡Que mal! (si no fuera un gato, hasta podría sentir un poco de vergüenza... ¡meh, meh, meh!).

Por suerte, el pasado fin de semana mis dueños hicieron una receta un tanto original, unos canelones de verduras con un toque de bacón, y claro, yo que soy un cotilla, allí estaba para espiarlos (sí, sólo para espiar, ya sabéis que su frase favorita conmigo es: “esto no es comida para gatitos...”).

Bueno, la cuestión es que el pasado domingo, uno detrás de otros, fueron preparando todos los ingredientes necesarios para llevar a cabo la receta que hoy os cuento, fueron:

8 placas de canelón
100 gr. de calabaza
½ calabacín
½ cebolla
½ pimiento verde
50 gr. de bacón
1 cucharada de harina
Sal
Aceite


¡Ah! Y recordad: ellos son dos, y lógicamente los ingredientes que os acabo de listar, son para 2... más que nada, que luego no quiero quejas si os sale una receta de régimen haciéndola tal cual para cuatro.

Bueno, para empezar, cortaron todos los ingredientes a cachitos de más o menos medio centímetro. Mientras, pusieron al fuego una sartén con aceite, para cuando este estuvo caliente, poner a pochar la cebolla y el pimiento verde.

Unos cinco minutos después, añadieron la calabaza, el calabacín y el bacón, dejándolo todo junto unos cinco minutos más. Por lo que vi, es conveniente ir removiendo de vez en cuando para evitar que se peguen los ingredientes.

Mientras tanto, pusieron a hervir una olla con agua salada. Cuando arrancó a hervir, le añadieron las placas de canelón. No os diré cuanto tiempo las dejaron hirviendo, ya que no se que placas utilizaréis, y cada fabricante tiene unos tiempos distintos de preparación, así que, ya sabéis: a seguir las instrucciones del fabricante.

Mientras se las placas hervían, prepararon una besamel no demasiado espesa. ¿Cómo? Bueno, pues muy fácil, como siempre por aquí, ¡meh, meh, meh!

Ains, que lindo soy... bromas a parte, la prepararon así: pusieron a calentar una pequeña olla con un poco de aceite. Cuando este estuvo caliente añadieron un poco de cebolla cortada, cuando esta empezó a cristalizar, añadieron una cucharada de harina y removieron bien hasta conseguir una masa homogénea. Cuando la obtuvieron, añadieron un buen baso de leche, y continuaron removiendo un rato (esto es importante, pues se deben evitar los grumos a toda costa) hasta conseguir la consistencia deseada.

Cuando las placas estuvieron preparadas, las pusieron a enfriar. Mientras, añadieron un poco de besamel a las verduras, la mezclaron un poco.

Finalmente, llegó el momento de la parte más divertida: el rellenar las placas de verduras, disponiéndolas en una bandeja opta para el horno... ¡ains! ¡Cómo me gusta tocar la comida!

Bueno, por último, solo les faltaba el toque definitivo, así que sin pensarlo demasiado, pusieron los canelones al horno, y a gratinar se ha dicho.

Tienen una pinta fantástica, ¿no?

Canelones de verduras con un toque de bacón
Canelones de verduras con un toque de bacón





Pues yo os añado algo, según dijeron mis dueños, la pinta de estos "canelones de verduras con un toque de bacón" es buena, su sabor: mejor.

¡Buen provecho! 

2 de septiembre de 2010

Restaurante Baisakhi - Palma de Mallorca

Restaurante Baisakhi
No os voy a engañar si os digo que lo de mis dueños es morro, y lo de los demás es comedia… ¡Grrr! Ellos se fueron de vacaciones a Mallorca y, a mí, como no, me dejaron en el pueblo, bien cuidado, pero en el pueblo. Ni playas paradisiacas, ni guiris… aunque claro, esto último tampoco me importa mucho... ¡puaj!


La cuestión es que, entre playa y playa, excursión y excursión, según dijeron, algo tenían que comer, y claro, los pobres de franquicias no pueden vivir, así que pensaron que bien se podían permitir un pequeño capricho para cenar, y eso hicieron. Y yo, que de cotilla soy un rato, os voy a contar lo que les pareció en esta ocasión el restaurante escogido.

Aunque les encanta Palma de Mallorca, y la propia isla por extensión, parece que no conocen muchos restaurantes “especiales” en la isla, así que, a base de paseos arriba y abajo por el paseo marítimo de Palma, se fijaron en un restaurante curioso, con pétalos de rosa en el suelo, mucha gente en su interior, y una intensa fragancia a especies emanando por sus ventanas. Dicho restaurante se llama “Baisakhi”, y sí, es un hindú.

La primera sorpresa se la llevaron al entrar, pues fueron recibidos y acompañados a la mesa por el propio Sr. Gupta (propietario y jefe de cocina del restaurante). La mesa estaba perfectamente iluminada por un pequeño quinqué que reposaba sobre un manto de pétalos de rosa. Al poco, una de las camareras se acercó y les llenó las copas con un fino vino tinto y agua fresca, y no solo lo hizo al comienzo, sino que lo hicieron cada vez que las copas se vaciaban.

La segunda sorpresa se la llevaron a los pocos minutos, (según dijeron no pasaron más de 2 o 3) pues ellos continuaban encandilados disfrutando de la decoración del local cuando se acercó el Sr. Gupta con el primer plato y cinco cuencos con salsa. El hombre les contó de que se componía el plato y les remarcó que los tres cuencos de la primera bandeja no picaban, mientras que los otros dos de la segunda bandeja, estaban prohibidos.

Por lo visto ellos actuaron como niños, pues solo les faltó oír de lo “prohibidas”, y las quisieron probar... cuando días más tarde les escuché criticar el restaurante, creo que aún les quemaba la lengua.

Si no recuerdo mal, el primer plato se componía de un par de albóndigas de carne al estilo de kebab, un par más de albóndigas de pollo y verduras, y dos más de las que no recordaban su composición pero que les entusiasmaron.

El segundo plato les fue llevado a la mesa por el hijo del propietario, fue una zanca de pollo a la plancha aderezada con curry y cubierta con una manta de ramas de menta fresca. Hasta ese día nunca habían comido menta fresca. Se ve que les encantó, ya que además de refrescarles la boca, les quitó el quemazón de la salsa “prohibida” (¡angelitos!).

Después, les trajeron la auténtica “delicatesen” del menú, un conjunto de cinco pequeños cofres con 5 curris especiales, un buen plato de arroz basmati aromático y una selección de masas de pan hindú para acompañar. Los curris fueron:

• Pollo al curry. Sí, por el nombre parece el tradicional, pero se ve que de sabor era totalmente distinto a lo que se encuentra en otros lugares.
• Curry de Jabalí. Menos especial de lo que se podía esperar por el nombre, aunque ellos rebañaron el cuenco.
• Curry con Ternera. Suave y sabrosa. Vaya, según dijeron, de “toma pan y moja”.
• Plátano al curry. Les enamoró, dulce con especies. Vaya, que se ve que casi se pelean para ver quién se lleva a la boca el último cacho (no dejaron ni el de la vergüenza).
• Curry con Garbanzos. Sorprendente. Aunque estéticamente no les llamaba la atención acabaron con él sin miramientos.

Para acabar, no podían faltar los postres, una fresca tarta de mango y un par de chucherías de coco, ¡ah! Y auténtico te hindú para dar por finalizada la cena.

Como curiosidad, comentar que al iniciar la cena les llevaron a su mesa unas toallas húmedas y bien calientes que les permitió mejorar su higiene. Como contrapartida, cuando la cena finalizó el hijo del propietario les roció las manos… ¡con perfume de rosas! Y, según ellos, olía de maravilla. (¡Puag! ¡Cómo odio que mis dueños me echen colonia!)

Todo por 32,90 Euros (IVA incluido), bien mirado, casi una ganga.

Supongo que como a mí os extrañará un detalle de lo que os he contado, ¡mis dueños no pidieron ningún plato! Y es que, por lo que dijeron, el Baisakhi tiene la particularidad de no disponer de carta, es decir, solo disponen de menú degustación, el cual regularmente van cambiando, así que, si decidís ir, no esperéis estrictamente el menú que os he contado, pues seguramente el señor Gupta habrá preparado algo distinto.

A mis dueños les gustó, tanto por la decoración del local, como por el exquisito trato del servicio, como evidentemente por la originalidad, cuidado y sabor de los platos que les sirvieron. Su nota global fue de 8, es decir, recomendable, sobre todo si os gusta experimentar nuevas sensaciones culinarias. Seguramente ellos repetirán.

Por si os interesa, os dejo sus datos:





07014 Palma de Mallorca

Teléfono: 971 736806