No os voy a engañar si os digo que lo de mis dueños es morro, y lo de los demás es comedia… ¡Grrr! Ellos se fueron de vacaciones a Mallorca y, a mí, como no, me dejaron en el pueblo, bien cuidado, pero en el pueblo. Ni playas paradisiacas, ni guiris… aunque claro, esto último tampoco me importa mucho... ¡puaj!
La cuestión es que, entre playa y playa, excursión y excursión, según dijeron, algo tenían que comer, y claro, los pobres de franquicias no pueden vivir, así que pensaron que bien se podían permitir un pequeño capricho para cenar, y eso hicieron. Y yo, que de cotilla soy un rato, os voy a contar lo que les pareció en esta ocasión el restaurante escogido.
Aunque les encanta Palma de Mallorca, y la propia isla por extensión, parece que no conocen muchos restaurantes “especiales” en la isla, así que, a base de paseos arriba y abajo por el paseo marítimo de Palma, se fijaron en un restaurante curioso, con pétalos de rosa en el suelo, mucha gente en su interior, y una intensa fragancia a especies emanando por sus ventanas. Dicho restaurante se llama “Baisakhi”, y sí, es un hindú.
La primera sorpresa se la llevaron al entrar, pues fueron recibidos y acompañados a la mesa por el propio Sr. Gupta (propietario y jefe de cocina del restaurante). La mesa estaba perfectamente iluminada por un pequeño quinqué que reposaba sobre un manto de pétalos de rosa. Al poco, una de las camareras se acercó y les llenó las copas con un fino vino tinto y agua fresca, y no solo lo hizo al comienzo, sino que lo hicieron cada vez que las copas se vaciaban.
La segunda sorpresa se la llevaron a los pocos minutos, (según dijeron no pasaron más de 2 o 3) pues ellos continuaban encandilados disfrutando de la decoración del local cuando se acercó el Sr. Gupta con el primer plato y cinco cuencos con salsa. El hombre les contó de que se componía el plato y les remarcó que los tres cuencos de la primera bandeja no picaban, mientras que los otros dos de la segunda bandeja, estaban prohibidos.
Por lo visto ellos actuaron como niños, pues solo les faltó oír de lo “prohibidas”, y las quisieron probar... cuando días más tarde les escuché criticar el restaurante, creo que aún les quemaba la lengua.
Si no recuerdo mal, el primer plato se componía de un par de albóndigas de carne al estilo de kebab, un par más de albóndigas de pollo y verduras, y dos más de las que no recordaban su composición pero que les entusiasmaron.
El segundo plato les fue llevado a la mesa por el hijo del propietario, fue una zanca de pollo a la plancha aderezada con curry y cubierta con una manta de ramas de menta fresca. Hasta ese día nunca habían comido menta fresca. Se ve que les encantó, ya que además de refrescarles la boca, les quitó el quemazón de la salsa “prohibida” (¡angelitos!).
Después, les trajeron la auténtica “delicatesen” del menú, un conjunto de cinco pequeños cofres con 5 curris especiales, un buen plato de arroz basmati aromático y una selección de masas de pan hindú para acompañar. Los curris fueron:
• Pollo al curry. Sí, por el nombre parece el tradicional, pero se ve que de sabor era totalmente distinto a lo que se encuentra en otros lugares.
• Curry de Jabalí. Menos especial de lo que se podía esperar por el nombre, aunque ellos rebañaron el cuenco.
• Curry con Ternera. Suave y sabrosa. Vaya, según dijeron, de “toma pan y moja”.
• Plátano al curry. Les enamoró, dulce con especies. Vaya, que se ve que casi se pelean para ver quién se lleva a la boca el último cacho (no dejaron ni el de la vergüenza).
• Curry con Garbanzos. Sorprendente. Aunque estéticamente no les llamaba la atención acabaron con él sin miramientos.
Para acabar, no podían faltar los postres, una fresca tarta de mango y un par de chucherías de coco, ¡ah! Y auténtico te hindú para dar por finalizada la cena.
Como curiosidad, comentar que al iniciar la cena les llevaron a su mesa unas toallas húmedas y bien calientes que les permitió mejorar su higiene. Como contrapartida, cuando la cena finalizó el hijo del propietario les roció las manos… ¡con perfume de rosas! Y, según ellos, olía de maravilla. (¡Puag! ¡Cómo odio que mis dueños me echen colonia!)
Todo por 32,90 Euros (IVA incluido), bien mirado, casi una ganga.
Supongo que como a mí os extrañará un detalle de lo que os he contado, ¡mis dueños no pidieron ningún plato! Y es que, por lo que dijeron, el Baisakhi tiene la particularidad de no disponer de carta, es decir, solo disponen de menú degustación, el cual regularmente van cambiando, así que, si decidís ir, no esperéis estrictamente el menú que os he contado, pues seguramente el señor Gupta habrá preparado algo distinto.
A mis dueños les gustó, tanto por la decoración del local, como por el exquisito trato del servicio, como evidentemente por la originalidad, cuidado y sabor de los platos que les sirvieron. Su nota global fue de 8, es decir, recomendable, sobre todo si os gusta experimentar nuevas sensaciones culinarias. Seguramente ellos repetirán.
Por si os interesa, os dejo sus datos:
07014 Palma de Mallorca
Teléfono: 971 736806
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