Debo reconocer que mis dueños han mejorado y mucho en la elaboración de postres. Aunque la presentación continua siendo su punto débil, ya no da miedo ver sus resultados (incluso últimamente empiezo a desear hincarle los dientes a alguno de sus postres, ¡meh meh meh!).
En esta ocasión, el elegido ha sido el dulce italiano por excelencia, la “Panacota” (por lo que les he escuchado viene a traducirse como: nata cocida). Es muy sencillo, ya veréis:
Para cuatro raciones, ellos utilizaron los siguientes ingredientes:
250 ml. de nata para montar
250 ml. de leche
3 láminas de gelatina neutra
90 gr. de azúcar
En primer lugar, deberéis separar un vaso de leche al fría que añadiréis las láminas de gelatina.
Mientras la gelatina se reblandece, podremos un cazo con la nata, la leche y el azúcar a fuego moderado. Si queréis aromatizar (se puede con: vainilla, naranja, limón, canela, etc.), es el momento de añadirlo al cazo también.
Una vez caliente, retiraréis el elemento aromatizante y añadiréis la gelatina removiendo constantemente con una barillas durante 2 minutos, para evitar la formación de grumos.
Hecho esto, se puede decir que ya tenéis la “Panacota” preparada, solo le falta lo más importante, el reposo. Para ello, pondréis la masa en los moldes y dejaréis enfriar un par de horas a temperatura ambiente. Pasado este tiempo, le toca la hora al frigorífico donde lo tendréis unas 8 horas para que cuaje. No os preocupeis por dejarlo tanto tiempo, pues la “Panacota” mejora de un día para otro.
En esta ocasión, ellos añadieron a leche el zumo de un mango, y según dijeron, estaba para relamerse los bigotes.
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